Ebro fue abandonado con una semana de vida atado en un parque infantil de Toledo. Balaba sin parar asustado y los vecinos llamaron a la policía. Poco después llegaba a Santuario Vegan. Estaba lleno de pulgas y necesitaba el cariño y la estabilidad de una familia. Ebro vivió durante las primeras semanas de su vida junto a sus cuidadores, cuidando que en ningún momento se sintiera de nuevo abandonado o solo. Al mes de vida empezó a conocer al resto de cabras de las que enseguida se hizo muy amigo.
Ebro es una cabra muy extrovertida y cariñosa.