Carla aún es aún muy joven. Vino con semanas de vida a Fundación Santuario Vegan y aún era lactante y tomaba biberón.
La trajeron unas chicas de Zaragoza que se la encontraron en el campo sola, sin rastro de su madre.
Cuando llegó estaba asustada de venir a un sitio desconocido. Era una bebé que no entendía nada, a saber cuánto tiempo que se separó o la separaron de la madre y venía con mucho miedo.
Cuando llegó estaba asustada de venir a un sitio desconocido. Era una bebé que no entendía nada, a saber cuánto tiempo que se separó o la separaron de la madre y venía con mucho miedo.
Desde el primer momento estuvo con Sandrita, las dos tenían más o menos las mismas semanas, y fue su apoyo, su familia y su ser más querido.
Así que es normal que sean hermanas de alma y que se quieran tanto.
Hoy Carla vive feliz en la guardería junto a los más pequeños y junto aquellos que tienen problemas de movilidad como Rob y Madroño (que tiene hemimelia radial), Flor, que tiene laxitud en sus articulaciones y Quejigo, que se convirtió en su mejor amigo.
Carla es pura ternura y bondad y ahora vive su vida en plenitud, con su nueva familia, con la que ha creado un vínculo precioso y verla cada día así de feliz nos llena el alma.