Menta, como sucede con muchas ovejas o cabras enfermas o heridas la abandonó su pastor cuando era sólo un bebé enfermo. La encontraron en una población de Tarragona deshidratada en el campo con un mes de vida. Los primeros días de Menta fueron muy complicados porque no se encontraba bien y no quería comer, pero gracias al tratamiento pronto Menta se convertía en un bebé extrovertido, cariñoso y juguetón.
Menta tiene la fortuna de crecer en el refugio lejos de la explotación. Es muy cariñosa, dependiente y le encanta que le presten atención.