Sol vino del rescate de Navarrete. Fue un caso terrible de un ganadero que cerró una granja de 200 ovejas con todas dentro. Y se fue.
Un mes y medio después, cuando los vecinos consiguieron que acudiese el Seprona, encontraron muertas más de la mitad. Habían muerto de hambre y de infección. Los cadáveres se amontonaban sobre los bebederos de agua automáticos y el agua estaba putrefacta. No había comida y los corderos que habían nacido esos días no podían mamar porque sus madres estaban con mastitis o muertas.
De las 90 supervivientes, 15 vinieron de urgencia al Santuario esa misma noche. Eran bebés y estaban en un estado de salud crítico. De hecho uno murió en el último bache un metro antes de cruzar la puerta del Santuario.
Pero una de ellas, Estrella, estaba muy triste y apenas quería comer. Le preguntamos a las personas que habían organizado el rescate y cuidaban a las ovejas en Navarrete mientras esperaban a que pudiesen viajar a Santuarios y nos dijeron que allí la madre estaba igual. Muy triste y balando todo el día buscando a su hija. La madre era Sol.
Así que preparamos el reencuentro y cuando se vieron fue increíble. En cuanto se escucharon empezaron a llamarse aún antes de abrir el remolque en que traíamos a Sol. Y cuando se vieron corrieron la una hasta la otra y se abrazaron con sus cuerpos y cuellos y Estrella, su hija, se puso a mamar. Y Estrella ya tenía 3 meses.
No se separaron desde entonces hasta su último suspiro. Sol era muy asustadiza, porque las supervivientes de ese infierno que vivieron, las adultas, quedaron marcadas para siempre. Aunque fue muy feliz en el grupo grande con su hija y sus nuevas amigas.
Sol nos ha dejado
Ayer 11 de noviembre de 2022 despedíamos a Sol. Llevaba años con problemas neurológicos; a veces eran tics, se desorientaba y siempre se recuperaba. Pero esta vez era más grave. Y Sol no respondía al tratamiento ni iba a responder, sólo le esperaba una lenta agonía.