Cada mañana lo primero que hacemos cuando llega el turno de Ricki es quitarle la manta con la que ha dormido. Luego le preparamos la cama para que no se quede en el suelo al desplazarse a por el desayuno y se pueda ulcerar la piel. Por eso tiene una cama tan abultadla. Y finalmente, cuando hemos terminado todo ese proceso, llega el momento de servirle el desayuno y verle feliz.
Para ser un cerdo es muuuuy paciente esperando el desayuno, y eso porque sus cuidadoras y cuidadores, como Alex y Jorge, se lo preparan siempre con mucho cariño.
Ricki tiene parálisis del tercio posterior y vive gracias a la asistencia constante que recibe en el Santuario. La selección a la que someten a los cerdos ha creado animales con una proporción de longitud de espalda y peso demasiado extrema y muchas veces sufren hernias.
En el caso de Ricki se vio agravado porque le rescatamos de bebé, de una granja de cría intensiva, con un absceso enorme en su pierna que le había comido parte de la articulación. Con el tiempo y cuando fue creciendo, le generó problemas que pudimos resolver, con muchos cuidados, tratamientos y alguna cirugía, hasta que un día sufrió una hernia de la que no se consiguió recuperar.
Como sigue teniendo las mismas ganas de vivir de siempre, le cuidamos como haríamos con cualquier otro animal. Como nos gustaría que hiciesen con nosotros si estuviésemos en su lugar: cariño, paciencia y cuidados diarios. Y gracias a eso va camino de superar los 8 años a salvo en Fundación Santuario Vegan.