
La sonrisa de Ricki es una de las más bonitas del Santuario.
Da igual su condición, el abuelete Ricki siempre se siente feliz porque aún recuerda de dónde fue rescatado y el destino cruel y brutal que le esperaba allí.
Ricki tiene parálisis del tercio posterior, pero cada día nos esforzamos para que tenga la mejor calidad de vida que podamos darle y siga disfrutando de esta segunda oportunidad que tan pocos cerdos tienen la fortuna de poder vivir.