
De Laura Luengo Mata a Susi, la oveja que llegó ayer enferma, que hospitalízanos y que acaba de morir.
“Descansa en Paz Susi.
A veces es necesario dar un paso atrás. Esconderse y lamer heridas. La soledad y el encajar un mundo y unas emociones que demasiadas veces desbordan.
Hace un rato me llamaron del hospital. Me llamaron esta mañana, Susi estaba en fallo hepático y fallo renal, convenimos darle 24 horas a ver si respondía pero su evolución a lo largo de esta mañana ha sido mala. Sobre las 12 ha empezado a estar en un estado mental alterado y neurológica y hemos decidido ayudarla a marchar.
Y no lo digieres porque ayer esperaba una corderita que estaba saludable y a la cual íbamos a ayudar a andar debido a sus problemas. Me encontré a una Susi con un dolor que, a pesar de estar horas y horas intentando estabilizarla, nada funcionaba. Y eso es casi lo peor que puede vivir alguien, saber que quieres ayudar a una situación que consideras injusta y no poder hacer nada. Nada por ayudar. No poder aliviar el sufrimiento, el dolor … de verdad que si en algún momento habéis sentido empatía sabes que los sentimientos de otro pueden llegar a asfixiar en uno mismo.
Ya descansas Susi. Me hubiera gustado que la historia hubiera seguido su rumbo. Hubieras sido feliz al menos un año, dos años, diez años de oveja. Lo cierto es que para los animales la mayoría de cuentos terminan mal. Y cuánto más normalizada está la explotación hacia ellos, cuánto menos nos preocupan, cuantos menos conocimientos hay, más terminan mal.
Descansa princesa, lejos del dolor.
Tu mamá, aunque sea por unas horas, no te olvidará nunca».