
Vanessa y Milagros, madre e hija, tienen una de las historias más bonitas que vais a escuchar.
Vanessa apareció en un polígono industrial de Cuenca. Unas personas escucharon un grito aterrador cuando anochecía. Al rato se cruzaron con una oveja tirada en el suelo, con una oreja arrancada y colgando y un bulto enorme en el abdomen. Era Vanessa, y acababa de recibir una agresión brutal que la había dejado medio muerto.
Llegó a Fundación Santuario Vegan de madrugada. A primera hora del día siguiente la estábamos operando para amputarle la oreja colgante y cerrar la piel. Ella aguantó pero su salud empeoraba por momentos. Nos dimos cuenta que el bulto abdominal era una hernia enorme, sus intestinos colgaban directamente sobre su piel.
La operaron en el Hospital de urgencia y le hicieron una ecografía para asegurarse que no estuviese embarazada. Superó la cirugía, pero esa misma noche sufrió un neumotórax y tuvieron que reanimarla.
Tras todo esto, increíblemente, a la mañana siguiente ella estaba de pie y comiendo tranquila. Tenía tantas ganas de vivir que nada ni nadie iba a poder con ella.
4 meses después entendimos todo, porque nos sorprendió un sonido de bebé recién nacido.
Vanessa había engordado con su recuperación y tras habíamos descartado el embarazo, así que su barriga creciente no nos preocupaba.
Pero dentro de ella un bebé que deseaba conocer a su mamá aguantó toda la tragedia y la lucha de su madre y así nació Milagros. Ya sabéis de donde vino su nombre.
Desde que nació se protegía tras su madre, su heroína.
Y ahora, siendo ella una adulta, lo sigue haciendo también.
El amor de una madre por su hija no depende de la especie.