
Marius no lo sabe, pero con ese tamaño no puede esconderse detrás de un árbol.
En realidad se estaba rascando el cuello. Un perro o un gato se pueden rascar en una mantita o una esquina de un mueble. Pero un toro como Marius, con sus más de 1000 kgs de peso, necesita, como mínimo, una encina.
Marius es tan grande como noble. Cuando llegó nos impuso mucho su tamaño y aspecto. Pero tardamos muy pocos minutos en entender que lo único que quería, tras tanto sufrimiento que arrastraba a sus 6 años de vida, era una vida de paz. Y en realidad es lo que todos los toros y vacas desean.
Marius vivía con otros animales de pelo negro y gran tamaño en el patio de la casa de un ganadero en un pueblo de Huelva. Se le morían de hambre y cuando el Seprona llegó, tras muchas denuncias, le encontraron despellejando a uno de sus caballos.
Desde que salió de aquel horrible lugar y vive con su familia no ha vuelto a conocer el miedo ni el sufrimiento. Y es inmensamente feliz. Hoy ya tiene 11 años y medio y lleva la vida que siempre deseó.
Ya veis que con Marius todo es inmenso, hasta el amor tan grande que sentimos por él.