Cada animal que vive en el Santuario tiene una historia detrás, y a menudo es terrible. Por si no conocías la de Ricki, aunque le hayas visto en muchas publicaciones, es esta:
Ricki nació en una granja de cerdos. Debido a las condiciones del suelo, que son de rejilla para que la suciedad caiga debajo de la madre y los cerditos, Ricki se hirió gravemente en una pierna.
Cuando Ricki se lesionó le dejaron apartado en una caja junto a otros cerditos que, como él, eran considerados desechos para sacrificar. Una veterinaria en prácticas insistió en llevarse a los cerditos y la respuesta del ganadero fue la risa y decirle que sí o sí estaban muertos todos. No sobrevivirían.
Además de que Ricki estaba enfermo, era increíblemente pequeño ya que solo tenía siete días. Ricki fue criado en la casa del santuario junto a Laura y el resto de perros y gatos. Todas las noches Ricki dormía junto a su peluche.
Hoy, ocho años después, a causa de su pierna herida en la granja, Ricki se ha quedado paralitico. Pero a él no le importa porque tiene una gran calidad de vida, mantiene su pasión por su comida, las rascadas de barriga, poderse tumbar al sol en las mañanas y tardes de invierno, y a la sombra en verano. Y que le tapen por la noche y le deseen felices sueños si hace frío.
Ricki está experimentando, incluso con su condición, una vida mucho más plena y larga de la que nunca hubiera tenido en una granja donde los animales son tratados como productos.
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La fundación Santuario Vegan es un centro de rescate y recuperación de animales considerados de granja, víctimas de la explotación ganadera, abandono o maltrato.
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