Ayer Laura Luengo Mata despedía a Tomasa. Tras las pruebas comprobaron que el timoma de Tomasa había crecido y le costaba respirar.
El último acto de amor es ayudar a marchar a quien solo le espera sufrimiento. Y es muy duro, pero nunca dejamos a nuestros habitantes solos en el peor momento. Les acompañamos y garantizamos que están bien.
Tomasa estuvo muy bien hasta antes de ayer. Se ponía muy contenta con sus brotes tiernos, más que nunca estuvo muy cariñosa buscando que la cogiéramos en brazos y la abrazáramos. Las últimas semanas han sido duras porque veíamos su deterioro, pero siempre encontraba las ganas de vivir.
Han sido siete años increíbles desde que nació en el santuario hija de una coneja que rescatamos embarazada. Toda su vida mantuvo su independencia hasta hace unos meses que empezó a encontrarse peor y nos buscaba. Ella decidió dejar de vivir con sus hermanas para tener la comodidad de un hogar, las caricias y que te cuiden como si cualquier día fuera a ser el último.
Se ha ido en paz, mientras Laura acariciaba esa preciosa cabecita y se quedaba dormida. Descansando. Nos dejas un vacío muy grande y es difícil recomponerse después de una perdida. Muy difícil.
Tu mamá, familia y tus hermanas no te olvidan.
Descansa en Paz, Tomasa.