


Imagen anterior
Imagen siguiente
Hace casi un año que rescatamos a Quejigo y ya parece casi un adulto.
Como tantos corderos, apareció abandonado en el campo recién nacido y tuvo la inmensa fortuna de que alguien paseaba por allí y lo encontró. Había perdido a su madre y casi su vida en solo unas horas, pero su destino cambió cuando llegó al Santuario. Aquí le cuidamos, fuimos su madre adoptiva y le dinos toooodo el amor que un bebé necesita. Y poco a poco fue pasando la edad de riesgo de los bebés que no toman calostro materno y empezó a convertirse en un cordero sano y muy feliz.
Hoy tiene unos cuernos enormes y muchos amigos con los que no para de jugar.