¡Es increíble ver a las vacas abuelas jugar como si fuesen terneritas!
Cada vez que hay que revisar a Carmina, ya sea una espiga en el ojo, una herida o desparasitarla, tenemos que cogerla y luego meterla en la manga. Al principio era muy sencillo, pero desde que vive con Ivana y Haryana, desde que se siente querida y protegida, ha empezado a ser ella misma… y no veáis cómo es Carmina.
Nos toma el pelo todo el rato y provoca a las abuelas (Carmina tiene 3 años y medio, pero Ivana y Haryana tienen casi 20) para jugar con la bala de heno grande y corriendo sin parar.
Al final siempre se deja, pero cuando ya sus compañeras se han cansado y ya no le resulta tan divertido.