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Yeti y Natas tienen una de las historias de amor más bonitas que hemos conocido.
A los dos les explotaban en un yeguada del Norte de Madrid. Por la crisis económica, dejó de ser rentable y vendieron a todos los caballos menos a dos que lo tenían muy difícil.
Ella era una yegua de 22 años que nunca habían utilizado para montarse en ella. Es decir, una anciana que no tenia ninguna utilidad más allá de madre para vender los potros.
Él era una semental de 14 años, demasiado grande para ser pura raza española y con las manos rotadas hacia dentro, lo cual le dificultaba moverse y hacia qué fuese imposible montarle.
La veterinaria que les atendía, tras un año de buscarles salida, recibió la orden de sacrificarles. Finalmente nos descubrió y decidimos rescatarles.
Llevaban mucho tiempo buscándose y llamándose. Se conocían de años, pero no podían estar juntos. Como semental Yeti siempre estaba solo. Y Natas llevaba mucho tiempo en un prado cercano sola con potros pequeños.
Cuando nos la llevábamos y pasábamos frente al recinto de Yeti, tendríais que haber visto cómo se puso. No quería que nos la llevásemos.
Tardaron dos meses en volver a verse en el Santuario y otros tantos en estar juntos. Y cuando ocurrió fue mágico y muy bonito. Se buscaron, se hicieron carantoñas, pasaron de todos los demás y así siguen hoy. Todo el día juntos, pegados y mostrando su amor el uno por el otro.