
A Fresno le sienta realmente bien el pasar de los días en Fundación Santuario Vegan… ¿no le veis cada día más guapo y recuperado?
Seguramente recordáis el día que llegó, con la espalda tan curvada por el peso que le hicieron cargar. Y tan delgado de no comer que se le marcaban todos los huesos del cuerpo. Y, sobre todo, esa mirada triste de alguien a quien han roto por dentro.
Y miradle ahora. Es otro caballo. Alegre, ilusionado, con un enorme apetito y unas infinitas ganas de vivir.