Encino llegó al Santuario el 16 de julio de 2025. Rescatado de una situación de abandono absoluto, su cuerpo habla de todo lo que ha tenido que soportar: desnutrición severa, heridas antiguas sin tratar, y un dolor silencioso que lleva tiempo guardando.
Una persona compró un caballo y le llevaron a otro, que era Encino. Un anciano tan enfermo no lo puede cuidar casi nadie, así que nos contactó por redes y fuimos tan rápido como pudimos.
Casi nadie acoge animales como él. Es nuestra especialidad, pero no porque queramos, sino porque sabemos que solo nos tienen a nosotros. Y no es justo. Merecen la misma oportunidad.
Es un caballo muy mayor, tiene 34 años, pero aún hay luz en su mirada. Una luz tímida, que empieza a brillar un poco más cada día. Porque Encino ya no está solo.
Aquí, por primera vez en mucho tiempo, tiene agua limpia, alimento suficiente, una cama seca y cuidados veterinarios. Y, sobre todo, tiene respeto. Tiene calma. Tiene un lugar donde ya no se le exige nada, donde se le permite simplemente ser.
Encino ha empezado a confiar. Se deja tocar con suavidad, come con más ganas, y su cuerpo empieza a responder a los cuidados.
Pero aún queda mucho camino por recorrer. Necesitamos tu ayuda para acompañarlo.