Blanco apareció abandonado en la Sierra Norte de Madrid en verano de 2016, y una pareja que paseaba por el campo lo encontró. Era recién nacido, aún con la placenta, y necesitaba urgentemente nuestra ayuda.
Como acabábamos de llegar de un rescate de otra cordera recién nacida, Blanca, en Cuenca, se ofrecieron a acercar a Blanco y tal y como llegaron le dimos un biberón con calostro.
Los bebés son muy vulnerables, siempre, sean de la especie que sean.
Estuvimos varios días para que aprendiese bien a tomarse el biberón y los dos se convirtieron en unos expertos. Era una alegría verles crecer sanos y felices. Eran como hermanos, se adoraban y se seguían a todas partes, incluso cuando jugábamos a las carreras. Los dos crecieron juntos y se hicieron compañía, hermanos e inseparables. Y hoy siguen viviendo juntos con el grupo grande de ovejas.
Hace poco Blanco estuvo bastante malito en la enfermería, con obstrucción de uretra, algo que ya le pasó con anterioridad y que puede ser muy peligros, por eso siempre estamos muy pendientes de él para que no haya complicaciones y gracias a los cuidados y el tratamiento adecuado hoy ya está totalmente recuperado.
Blanco es uno de las ovejas más dulces y cariñosas del Santuario y siempre se gana caricias extras de sus cuidadoras y voluntarias y es que Blanco se hace querer con su cercanía y ternura.