Ayer os contábamos que Yeti volvía a estar muy cojo.
En realidad él siempre ha estado cojo. Tanto él como Natas los cedió una ganadería que criaba caballos de pura sangre española. Les iban a matar. Yeti era un semental pero nadie quería un caballo cojo y continuamente infosado. Con dolor y de difícil manipulación. El destino de Yeti hubiera sido muy negro sino le hubiéramos acogido, la veterinaria que tenía que sacrificarlos nos escribió porque se moría de pena. Aún así nadie los quería.
Yeti tiene sus manos deformadas y artrosis en ellas. Tiene episodios de dolor y como describe Patri en el vídeo además una infosura crónica de la que a veces tiene recaídas. Desde que llegó todos los meses tenemos que estar pendientes de él, recortarle los cascos cada pocas semanas y Patri lleva un control regular de su artrosis y de que no haya cambios demasiado drásticos. Y además, Yeti es enorme. Muy grande, no os podéis hacer una idea.
Cuando llegó no nos dejaba ni rozarle las manos y poco a poco con paciencia ha ido entendiendo que lo que hacemos es por ayudarle. Y aunque aún hay que sedarle se porta mucho mejor. Esta semana tendremos que llamar al herrador para recortar cascos y hacerle una prótesis de casco que le alivie un poco.
Nos hace feliz saber que Yeti tiene la vida que merece. Miles de caballos como el son sacrificados o apartados o dejan de ser cuidados cuando más lo necesitan.