Compartimos estas preciosas palabras del muro de Laura Luengo Mata:
“Reclamar el derecho a la vejez, a la discapacidad. Por qué no, a la neurodivergencia de los animales no humanos. Porque son inteligentes pero sus mundos emocionales no son como los nuestros.
Su lenguaje no es como el nuestro.
Su forma de sentir no es como la nuestra.
Y visibilizarlo. Ningún animal en el mundo de la explotación se le permite envejecer.
Ningún animal en el mundo de la explotación se le permite vivir con una discapacidad.
Porque requiere cuidados. Requiere empatía. Requiere implicación . Y todo eso no se da en el mundo de la explotación.
Entender que la vida está en el centro. Que la vulnerabilidad está en el centro.
Que los cuidados están en el centro.
Y que ellas mismas cuenten sus historias y que por primera vez nadie las calle.
Porque la vida y los cuidados están en el centro.
1.- Sandrita: Es una cabra discapacitada. Nació con una malformación en sus manos.
2.- Rubí: Oveja anciana ciega. No tiene ojos. Debido a la edad y el dolor provocado por el glaucoma después de años sin tratamiento en una explotación tuvieron que quitárselos.
3.- Ricki: Cerdo paralítico. Debido a la selección genética que hace que los cerdos industriales tengan una columna mucho más larga que sus parientes salvajes para conseguir lomo Ricki sufrió una degeneración de la columna que le dejo paralítico hace más de un año.
4.- Montxito: Oveja con cáncer terminal. Recibe cuidados paliativos en el santuario a sus once años de edad. El cáncer es algo a lo que se enfrentan muchos animales en edad geriátrica.
5.- Cheryl: Cabra intersexual
6.- Enola: Cerda de edad avanzará y cáncer de piel debido a la capa albina de su piel, fruto de la selección genética en la industria de la carne.
Y muchos más que no caben aquí y que cada día reciben los cuidados necesarios para desarrollar sus vidas con plenitud. Cueste lo que cueste porque este es nuestro trabajo y no puede haber nada ni más sincero ni más bonito.
Os quiero”.