
Desde que vino el herrador a retocar los cascos de Sabanero la semana pasada, parece que le cuesta un poco más caminar. Suele sucederle ya que le destrozaron la vida en el lugar en el que estuvo tantos años sin ningún tipo de atención. Los cascos le crecían hacia los lados como babuchas enormes que le deformaron las articulaciones de sus manos y desarrolló muchísima artrosis.
Desde que llegó (tiene 25 años y lleva unos meses en Fundación Santuario Vegan) está en tratamiento continuo para corregir su apoyo en la medida en que podamos, y para gestionar el dolor que esto le provoca.
Por suerte Sabanero es muy fuerte y tiene unas enormes ganas de vivir. Además, como está enamorado de sus compañeras, eso le motiva para hacer mucho más ejercicio diario al intentar seguirlas y le viene muy bien a su problema de salud. Tras 24 años de vida miserable, ahora por fin puede ser feliz.